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En Máncora, ciudad balnearia al norte del Perú, la construcción de hoteles ecológicos está siendo impulsada por un joven arquitecto francés.

En los últimos años se ha multiplicado la oferta de hoteles ecológicos o eco-hoteles, que en la inmensa mayoría de los casos combinan el contacto con la naturaleza con construcciones hechas de manera tradicional (ladrillos, concreto, mortero, etc.)

Tom Gimbert es un joven arquitecto francés quien hace más de 15 años llegó al Perú a trabajar en una empresa de arquitectos en Lima.

Inconforme con la forma tradicional de la construcción en las ciudades y por azares del destino llegó a Máncora, hermosa ciudad costera al norte del Perú.

Con 5 mil dólares como único patrimonio decidió iniciar una nueva vida. Construyo un bar con materiales reciclados y comenzó a estudiar a fondo la forma de construcción ancestral de la región.

Su principal motivación venía de su inconformidad con la manera industrializada de la construcción en Europa y su preocupación por el cuidado del medio ambiente.

La idea de implementar los conceptos de arquitectura sostenible se convirtió en su motor. El arquitecto colombiano Simón Vélez y sus trabajos en guadua lo impulsaron a conocer más sobre los materiales naturales.

De allí nace su método ancestral de construir con materiales reciclables y elementos de la tierra como piedra, barro, caña, bambú, excremento de burro y totora (planta nativa de la zona).

Junto a Gerardo Aghuash, un amigo de Máncora y conocedor de las técnicas de construcción ancestrales, inician la construcción de un espacio sostenible, que mezclaba la comodidad con el uso de materiales de la tierra.

De esta iniciativa nace el Eco Lodge, destacable entre los hoteles sostenibles por su construcción y espacios cómodos y de lujo con materiales ancestrales.

Hoy su idea es replicar este estilo de construcción, respetuoso con la tierra, en todo el Perú. Las ciudades en este país se han expandido en cerca de un 50%, del cual un alarmante 90% de esta expansión es vivienda informal. Y su propuesta no es descabellada. Hace algunos meses en su natal Francia se aprobó la nueva Ley de Sostenibilidad. Esta obliga a constructores de nuevas edificaciones públicas a usar un 50% de materiales sostenibles como madera, paja y cáñamo.